En los últimos diez años, 299 indígenas guaraníes murieron a consecuencia de los conflictos originados por la expansión de las plantaciones agrocarburantes como soja y caña de azúcar relacionadas con la deforestación del Matro Grosso, provocando el progresivo genocidio de los indígenas del estado del suroeste de Brasil.
Así lo denunció en rueda de prensa la vocera de la etnia guaraní kaiwá Valdelice Veron, hija de un cacique que murió asesinado en 2003.
Los representantes indígenas participaron el martes en la “Cumbre de las conciencias”, convocado por Francia al margen de las negociaciones para un acuerdo global sobre el cambio climático a fin de año. Acusaron de las muertes a las milicias privadas de los grandes propietarios de las plantaciones de soja y caña.
El incremento de la demanda mundial de biocombustibles se dio a fines de la década pasada. Los agrocarburantes como el etanol fabricado con caña de azúcar cuya producción se multiplicó por seis entre 2000 y 2010, pasando de 19 a 100 millones de metros cúbicos se originó por la demanda masiva de China y las grandes empresas de biocombustibles.
“La soja y el etanol que ustedes consumen están mezclados con sangre guaraní-kaiwá”, dijo Veron”.
En tanto, la ONG Planète Amazone mencionó a las empresas transnacionales Raizen, Breyfuss, Bunge, Syngenta y a la franco-suiza Louis Dreyfus Commodities por intermedio de su filial Bioenergía, entre los “causantes de la desgracia de los guaraní-kaiwá”.
El dato: Esta etnia comprenda la segunda población autónoma de Brasil y cuenta con unos 45 mil miembros distribuidos en 42 mil hectáreas.