La deforestación en el Amazonas altera el clima de todo el continente pues altera los patrones de lluvia y provoca graves sequías en algunas regiones de América Latina, como el cuadrilátero que va de Cuiabá (provincia de Brasil) a Buenos Aires y de São Paulo a los Andes, el lugar en el que se produce el 70% del PIB (Producto Interno Bruto, en términos de macro economía) del continente, señaló Antonio Nobre, científico brasileño.
Quien además, considera que los efectos de la deforestación ya llegaron a la ciudad de São Paulo y se manifiestan a través de la peor crisis hídrica de su historia. Esta sequía, ya alcanzado a Colombia en Santa Marta y el Caribe, ya que ellos tampoco tienen agua en sus hogares como antes.
Las afirmaciones del científico brasileño corresponden a experimentos de su hermano mayor, Carlos Nobre, autoridad mundial en meteorología, quién construyó en la mitad de la selva una “torre de flujo”, que es una imitación artificial de un árbol, en la que instaló instrumentos que permitían medir los patrones de viento 20 veces por segundo y la concentración de gases como el CO2 hasta 10 veces por segundo. Ya que se pretendía entender la respiración del bosque.
Ante esta explicación, un árbol grande con una copa de unos 20 metros de diámetro, bombea a la atmósfera unos 1.000 litros de agua en forma de vapor. Si se piensa que existen entre 400 y 600 mil millones de árboles en el Amazonas, esto significa que juntos lanzan cada día unas 20 mil millones de toneladas de agua a la atmósfera. ¿Qué significa esta cifra? Que aunque no lo vemos a simple vista, entre la selva y la atmósfera circula un río más grande que el río Amazonas, que cada día deposita 17 mil millones de toneladas de agua en el océano y este es el conjunto de árboles de nuestra Amazonía, explicó Antonio Nobre.
Basados en estos trabajos, el científico brasileño, afirma que los habitantes de São Paulo, así como los de otras regiones del continente sometidos a la escasez del agua, son los que están pagando el precio por permitir la brutal deforestación del Amazonas que en las últimas cuatro décadas ascendió a 762.979 km², es decir, unas 12.635 canchas de fútbol cada día o 526 por hora.
Pero estas conclusiones que plantea Antonio Nobre, ya eran conocidas por los pueblos indígenas cuando explicaban el valor de sus bosques, pues para ellos los árboles de la Amazonía cumplen un papel crucial en la regulación del tiempo, el clima y los ciclos del agua. Pues los árboles presentan una similar función con nuestros pulmones en el organismo de una persona. Los árboles al despedir humedad en el aire, moderan las temperaturas, y los bosques regulan las corrientes de agua y limpian el aire de contaminantes.
Para AIDESEP, es alarmante la destrucción de nuestros bosques, que estudios como este ponen en evidencia al mundo. Nostros somos parte integral de los bosques por que dependemos de ellos para seguir existiendo.