El 12 de octubre de 1542 fue el comienzo de uno de los genocidios más grandes en la historia de la humanidad. A partir de ese momento y hasta ahora, progresivamente nuestros territorios ancestrales vienen siendo invadidos, saqueados y los derechos de los pueblos indígenas son atropellados e incluso negados.
530 años después, los pueblos indígenas seguimos siendo despojados de nuestros territorios en nombre del “desarrollo”. “¿Desarrollo para quién?”, nos preguntamos, porque lo que vemos son ríos manchados con petróleo, árboles talados, mercurio en los peces que consumimos, metales pesados en la sangre de nuestros hijos y olvido de las autoridades. Nosotros nos preguntamos ¿cuándo han pensado en nosotros?
Sin embargo, seguimos aquí, diciéndole al mundo, que resistimos y que somos millones. Somos herederos de culturas ancestrales y dueños de territorios donde convivimos en armonía con la naturaleza. Mantenemos nuestras prácticas e instituciones propias y tenemos propuestas y demandas legítimas de reconocimiento de nuestros derechos fundamentales.
En los últimos 20 años, ha habido más de 500 derrames de petróleo en la Amazonía, que han afectado a alrededor de 41 pueblos indígenas de la Amazonía. Sin embargo, la única respuesta constante que hemos tenido de los diferentes gobiernos ha sido “esperen” o un silencio cómplice de la impunidad de estos crímenes contra la vida y salud.
En esa misma línea, es importante enfatizar las otras formas de abandono y retroceso de los derechos ganados. Los pueblos indígenas y nuestras organizaciones representativas nos encontramos en un momento crítico: somos atacados por los grupos de poder político y económico por defender frontalmente nuestros derechos colectivos.
Tal es el caso del atropello que viven nuestros hermanos y hermanas en situación de aislamiento y contacto inicial, cuyos derechos son desconocidos por algunos actores, e incluso por autoridades regionales, con fuertes intereses en sus territorios prístinos. A lo que se suma la demora excesiva e injustificada de los procesos de creación de las reservas indígenas, lo que pone en una situación de indefensión a los pueblos indígenas en aislamiento y contacto inicial.
También vemos con mucha preocupación el retroceso de lo avanzado en cuanto a la Educación Intercultural Bilingüe (EIB), con la intención del Ministerio de Educación de recategorizar las instituciones educativas EIB y de rebajar los estándares para la contratación de docentes.
Por otro lado, es necesario alertar sobre el avance de actividades ilegales en las comunidades indígenas, como es el caso del narcotráfico, que está escalando y conlleva la invasión de los territorios y el atropello de la paz. Es una amenaza permanente que pone a los pueblos indígenas en una situación crítica.
No hay que olvidar a nuestros líderes que han sido asesinados por defender sus territorios. Según las cifras del Sistema de Alertas y Acciones Tempranas (SAAT), son al menos 23 defensores indígenas amazónicos asesinados en los últimos nueve años. Enfrentamos una realidad alarmante y no vemos que los mecanismos estatales funcionen de manera efectiva.
Hoy, 12 de octubre, es el Día de la Resistencia Indígena y los pueblos indígenas conmemoramos la lucha de quienes nos precedieron. También reafirmamos las diferentes formas de resistencia que aún están latentes en nuestros territorios amazónicos. ¡Seguimos!